¿Qué ignotos laberintos llaman a reencontrarnos con René
Descartes,
aquel viajero que soñó su filosofía en una dramática noche de 1619?
Esta fascinante novela conduce a las ideas que engendraron el mundo moderno,
a un tiempo histórico fundacional, y hasta a un thriller psicológico y policial.
La pluma del autor logra sumergirnos en la íntima conciencia de quien intuyó la
verdad universal en la revelación de sí mismo, y hace que vivamos aquellos años
remotos como si estuviésemos en la cabeza y en los ojos del propio Descartes; pero
además, el rigor de la investigación histórica –que evoca con precisión la vida
y la época del filósofo- intensifica el encanto de la lectura con la
experiencia del conocimiento que ella revela.
Quizás desde la muerte del célebre pensador francés no se haya llegado tan
lejos (o tan cerca).
Ficha artístico técnica:
Invierno sueco. El último viaje de René Descartes
Precio de tapa: $1270
Páginas: 429
ISBN: 978-950-649-907-5
En venta en las principales librerías del país
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Buenos Aires, Letra Viva, 2020
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Dice el autor sobre el orígen de Invierno sueco. El último viaje de René Descartes
“Soy escritor y
Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, y
cursé Historia de la Filosofía (antigua, medieval y moderna) como posgrado en
la misma Universidad. En el marco del posgrado comencé a trabajar sobre el
personaje y la época, y esos primeros pasos me fueron llevando poco a poco a
una peregrinación que duró algo más de diez años. Hubo una intuición de base
(un percibir que en el suceso del cogito cartesiano
residía latente algo esencial del conflicto de nuestro tiempo), e impulsado por
esa intuición procedí a una rigurosa pesquisa que, además del correspondiente
plan de lecturas, incluyó una serie de incursiones en los más diversos rincones
terrestres y marinos por donde anduvo ese gran viajero que fue Descartes.
Visité el primer hogar en La Haye (hoy la localidad se llama “Descartes”, y la
casa natal es un excelente museo), la mansión en ruinas de los ancestros
paternos en Chatellerault, la ciudad “sanmartiniana” de Tours, el Colegio de La
Flèche (hoy liceo militar), las zonas de la Bretaña francesa donde “papá
Joachim” formó su segunda familia, los oleajes del Báltico y del Mar del Norte
y la Estocolmo del final. Conocí las aldeas y ciudades de Holanda en que vivió
–casi clandestino- el pensador francés, y el perdido poblado de Herford, en el
norte alemán, donde fue abadesa su querida Isabel de Bohemia. En la maravillosa
Heidelberg pisé los jardines de un Palacio que mucho tuvo que ver con la
historia que cuento, en Utrecht entrevisté a Theo Verbeek (el mayor
especialista europeo en su tiempo sobre Descartes), y en las afueras de Praga
contemplé una reconstrucción de la fundamental batalla de Montaña Blanca.
Caminé por el Siglo de Oro que aún se aprecia en Ámsterdam y por los eternos
laberintos de París. Durante el prolongado recorrido por escenarios,
conversaciones y libros, fui descubriendo un Descartes que más que (o además
de) “padre de la ciencia moderna” o “fundador del racionalismo”, resultó ser un
místico y un poeta, en una etapa de la historia occidental donde una confusa
mezcla de fuerzas y personajes en pugna (de alquimistas, magos y nuevos
científicos, escolásticos, rosacruces y jesuitas, predicadores luteranos y
calvinistas, rabinos y cardenales, diplomáticos y reyes, políticos y
mariscales, soldados, campesinos, artesanos, brujas y jornaleros), alumbró el
nuevo mundo en que aún vivimos.
El hecho de que la revelación básica que
“iluminó” al joven Descartes en Alemania haya partido de tres sueños en una
noche de éxtasis –he aquí otra de las constataciones que busco transmitir-,
entra en franca colisión con la idea de que estamos ante un mero “racionalista”
y abre una línea directa – subrayada por Jacques Lacan- entre el cartesianismo
y la fundación del psicoanálisis.
Lo que presento es un relato novelado y novedoso acerca de la vida, o más
precisamente del
viaje vital de un hombre cuyo legado ha marcado en forma indeleble el devenir
del mundo
moderno. Y como corresponde a quien hizo del estudio de sí la principal fuente
de conocimiento, la historia es contada en primera persona por el protagonista.”