Cantar de Charabón es un libro de teatro, es literatura y es la voz de un artista singular, inclasificable y prolífico como es Toto Castiñeiras, a través de su obra dramatúrgica. Escrito y puesto a punto durante la pandemia, Cantar de Charabón funciona como una de las puertas de entrada a un universo de historias fantásticas atravesadas por el erotismo, el humor, criaturas salvajes e imágenes, a veces líricas y a veces brutales.
El libro fue editado por Losada tiene un prefacio de Gonzalo Demaría, un texto a modo de prólogo del autor y un análisis de obra de Jorge Dubatti.
Entre los textos reunidos en Cantar se encuentran Voraz y melancólico, que actualmente se puede ver los miércoles en Nun Teatro Bar. Y Ojo de pombero, pieza que cierra la trilogía campera (iniciada por “Gurisa” en 2016 y por “Voraz y melancólico” en 2019) y que Toto estrenará en noviembre en el mítico teatro El Picadero, con un elenco conformado por Charo López, Mariano Torre, Julieta Laso, Luciana Buschi, el propio Castiñeiras y música original de Lucio Mantel.
Cantidad de paginas 224
Editorial LOSADA– Colección Nuevo Teatro
ISBN 978-950-03-7380-7
Precio $950
Conseguilo en Librería Losada y todas por catálogo Losada.
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Índice
- PREFACIO de Gonzalo Demaría.
- PRÓLOGO de Toto Castiñeiras.
- GURISA
- ORILLERA
- VORAZ Y MELANCOLICO
- OJO DE POMBERO
- ANECDOTARIO DE MARIA Monólogos de “El Susto”
- CELESTYNA
- ANÁLISIS de Jorge Dubatti.
Fragmento del prefacio de Gonzalo Demaría
(…) “Toto Castiñeiras tiene el talento y tiene el humor. Un humor corrido, como se dice, inesperado. Por eso asusta. O, para decirlo mejor, perturba. Tiene dos herramientas principales para lograr estos efectos: el físico entrenado en el circo y la palabra, manejada también ella como un artista callejero revolea sus clavas. Su teatro está preñado de palabras mágicas, saltarinas, danzantes, sonoras, y de imágenes, a veces líricas, a veces brutales. Como las del monólogo de Sara, la mujer golpeada que se echa a volar por el balcón, o las de María la soldada, enseñada por una india a bajar al enemigo blanco a arcabuzazos.
Y está el erotismo. Uno muy particular suyo y que sus actores saben encarnar, porque el autor los elige y los dirige. Son sus cómplices. Esas criaturas saben ser salvajes y lo gozan, provocando el goce del espectador —y en este caso el del lector. Así pasa con los peones de ese drama rural desopilante que es “Gurisa”, muchachones que juegan entre los choclos, mazorcas tan erectas como sus propios sexos. Son los mismos artistas ambulantes que evocamos más arriba, solo que ahora en vez de revolear palabras cual clavas en un semáforo, juegan al hula-hula con sus miembros para atraer a una chinita o para darse masa entre sí. Al fin de cuentas, erotismo y lenguaje son la misma cosa. Ambos conforman, junto con la risa, la Santa Trinidad que nos hace humanos”.
Fragmentos del prólogo de Toto Castiñeiras
(…) Los comicastros de pista como seres excéntricos, obsesivos y absurdos, somos los diseñadores de las dramaturgias más acotadas del mundo. Somos los novelistas, los que tenemos la chance de contar epopeyas en espacio y tiempo diminutos. Resumimos las obras clásicas a cinco minutos de narración corporal.
En esta tarea de apelmazar la dramaturgia nuestro trabajo de intérpretes se comprime. Imaginemos un tipo de un metro sesenta y cinco, solo, en el picadero frente a tres mil o diez mil personas esperando ver que hace. Es hora de actuar sólo eso que tenés que actuar.
El objetivo del artista circense es la síntesis. Un acróbata, por ejemplo, realiza la compleja disección de un movimiento hasta entenderlo. A cada acción (salto, traslado, vuelo…) le busca su fundamento para, así, construir su destreza. La técnica lo acota, a la vez que lo libera.
Y el show gira y los intérpretes somos afectados por la diversidad de los públicos.
Son quince los años de tournée por el mundo. Mis escapadas consisten en viajes a Argentina, donde afirmo los pies y vuelco las imágenes acopiadas sobre algunos grupos de actores. Así mantengo los lazos con mis colegas, la dramaturgia y la dirección.
Cada tanto, en algún lugar del planeta, con la cabeza apoyada en un banco de plaza, evoco contextos históricos nacionales, rurales… Visitado por chanchos, caballos, teros, carpinchos, charabones, ñandúes y lobizones, elucubro sobre nuevas ficciones.
¿Será la nostalgia del artista transhumante, su falta del suelo patrio?
Solo diré: mi añoranza de patria, me ha vuelto romántico.
Mi raíz no arraigada y mi pensamiento girando como tornado sobre la polvareda de mis cosas, garuando sobre fotos viejas, metiéndole verso al barro de mi terruño”.
Toto Castiñeiras sobre El plano del cuerpo
“Durante la época de ensayos, me gusta llegar primero y ver como los y las intérpretes entran en la sala.
Cuando nos ponemos en movimiento, todo es irregular. Como en una maquinaria sin engranajes fijados, cada parte se mueve a su libre albedrío. Danza, deporte, ejercicios físicos azarosos, todo apunta a la demarcación de un espacio, y convocan a seguirle el juego al tiempo.
Ahí prima el plano del cuerpo ¡porque sí!
Ese disloque nos vuelve equipo.
Hay correlación, sudor a mares. Con el sudor nos liberamos de la pregunta: ¿cuál es la obra final? Lo que importa es otra cosa. Es el entusiasmo del presente, el agite grupal, la manija de la sintonía, el circo del teatro. Así, damos forma a la forma.
Llega el momento de escribir. Observo ese ensamble de cuerpos como quien lo haría estudiando las ramas de un árbol, el juego de un gato o el funcionamiento de un juguete a cuerda. El teatro se mete por el ojo, agita los resortes silenciosos de la memoria y revuelve dentro de ese baúl que es la cabeza. Recicla lo acumulado para cimentar una obra. Todo se vuelve chirimbolo escénico.
Frecuentemente mi escritura es de gabinete. Al momento de la entrega del texto, el intérprete sabe que espero que lo muerdan, lo intervengan y transformen. Todos mis textos estrenados fueron afectados por esas voces individuales, sonando coralmente.
El texto fue ensayado y llegamos al momento de la función. Es ahora, en medio de un mundo desprovisto de artefactos que se pone en evidencia el cuerpo vivo del actor.
Un actor que aparece, como un objeto sagrado”.
Dice Jorge Dubatti en la contratapa
Cantar de Charabón, justamente el canto de un ave de la que se dice que no- canta (charabón es el ñandú que comienza la muda de su plumón), la literatura de alguien que no- hace literatura, es decir, hace teatro. Cantar de charabón, cantar animal-humano de aquel (como en la gauchesca, que sin duda Castiñeiras retoma en su más profunda genealogía) a quien muchos creen no le corresponde cantar o creen que no tiene voz. La tiene: oigámosla”.
Sobre Toto Castiñeiras
Es actor, Dramaturgo y Director Teatral. Cursó estudios en la Escuela de Artes Visuales Martin A. Malharro de Mar del Plata y Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón de CABA. En 2004 se integró al Cirque du Soleil. Desde ese año hasta el 2019 fue clown, diseñador cómico, docente, coach y parte del equipo de audiciones de la compañía. Cómico central en Quidam, creador e intérprete de la parte cómica de Sép7imo Día sobre la banda Soda Stereo. Con el Cirque du Soleil recorrió el mundo, presentando sus rutinas en más de más de 50 países. Actuó repetidamente en escenarios que van del Luna Park de Buenos Aires al Royal Albert Hall de Londres.
Actor en producciones nacionales independientes y oficiales, sus últimos trabajo fueron Otelo (2016, Complejo Teatral de Buenos Aires), Finimondo (2010, Teatro Metropolitan, Buenos Aires).
Como docente dirige su propio estudio en CABA donde imparte talleres de actuación, montaje, intérprete físico y clown. Participó como docente en festivales nacionales e internacionales. Dictó seminarios y master classes para el Cirque du Soleil en USA, Canada, Mexico, Chile, Brasil y varios países de Europa. Cuenta con más de 15 montajes como director teatral.
Es autor y director de Voraz y Melancólico (2019-21), Aparece (2019), Orillera (2019), Gurisa (2016 a 2019) esta última con funciones dentro y fuera del país en diversos festivales nacionales e internacionales, El Susto, 1813 (2012-13), entre otras obras.
Director de Azul Ultramarino, Beso, Las de Barranco, A Miami, Dekho. Durante el 2020 dirigió trabajos que se presentaron en forma online y por streaming desde las plataformas de diversos teatros. En 2021 dirigió La Violencia de la ternura de Tomás Quintín Palma en el Auditorio de Belgrano