Ficha artístico técnica:

Dramaturgia: Hilda Torres y Malú Bazán
Actuación: Hilda Torres
Dirección: Malú Bazán
Escenario y figurín: Malú Bazán
Diseño de luz: Erón Villar
Dirección musical: Lucas Notaro
Producción general: Márcio Santos Realización: Cria do Palco
Fotografía: Rick de Eça
Prensa y difusión en argentina: Daniel Franco

Un poco de historia

El proyecto surge en 2015, después de conocer el libro del escritor pernambucano Urariano Mota, Soledad no Recife (Soledad en Recife), que funcionó como disparador del proceso creativo. El proyecto contó, desde el principio, con la ayuda de ex-prisioneros políticos, militantes de aquella época que tuvieron o no contacto con Soledad, además de familiares y compatriotas paraguayos. También recibió el apoyo de militantes contemporáneos que entendieron la relevancia del proyecto como una contribución importante para diversas banderas sociales, como las cuestiones de género, derechos humanos y el hecho de entender el arte como instrumento de formación y empoderamiento socio-político-cultural. Un espacio de reflexión, provocación y posibilidades.

La dramaturgia surge a partir de la cronología del personaje, alcanzada a través de la investigación de campo, visitas, músicas de la época, poesías (muchas de ellas escritas por ex-presos políticos), cartas, entrevistas sistemáticas, contacto con miembros de la familia y acceso a documentos. Sin embargo, la presentación no tiene el objetivo de restringirse a apenas una perspectiva memorialista y sí de presentarse como un espacio poético que cuenta la trayectoria de esa mujer “viva”, rompiendo el estigma de la “mujer asesinada”. Soledad – la tierra es fuego bajo nuestros pies es un espectáculo que despierta muchas reflexiones importantes, principalmente en los días actuales. Es una historia que traza un “diálogo” audaz entre el pasado y el presente.

El proyecto contó, desde el principio, con la ayuda de ex-prisioneros políticos, militantes de aquella época que tuvieron o no contacto con Soledad, además de familiares y compatriotas paraguayos. También recibió el apoyo de militantes contemporáneos que entendieron la relevancia del proyecto como una contribución importante para diversas banderas sociales, como las cuestiones de género, derechos humanos y el hecho de entender el arte como instrumento de formación y empoderamiento socio-político-cultural. Un espacio de reflexión, provocación y posibilidades.

La obra está representada por la actriz pernambucana e idealizadora del proyecto, Hilda Torres. La dirección está a cargo de la actriz y directora Malú Bazán que nació en Argentina, pero de pequeña se radicó en Brasil. Ambas son responsables por la construcción de la dramaturgia del monólogo que surge, a partir de la sistematización de los diversos instrumentos de investigación ya mencionados y armonizados entre ellos; la adaptación textual de obras criadas por poetas que militaran a lo largo del periodo dictatorial, obras contemporáneas y un texto de su abuelo, Rafael Barrett, escrito en 1904.

De la investigación histórica el proyecto siguió para una búsqueda escénica teatral a través de un proceso colectivo de creación que contribuyó para la selección de los objetos, de la música, del espacio geográfico y de los textos. Culminando en un espectáculo sensible y poético donde cada elemento está en diálogo directo con la historia, el proceso creativo, el personaje y la actriz. Con duración de 65 minutos, la presentación desplaza al espectador a un momento aparentemente conocido, pero poco entendido y abre espacio para la reflexión del proprio público.

Sobre Soledad Barrett Viedma:

Soledad nació en Paraguay en 1945. Su historia es diseñada a lo largo de la lucha política de sus familiares, de su país y de los demás países de América Latina. Sus padres y hermanos mayores ya dedicaban sus vidas a la militancia. Nieta del prestigioso escritor y periodista hispánico, Rafael Barrett, el abuelo fue una de las más grandes influencias ideológicas de la militante. A los 17 años es secuestrada por un grupo de neonazis, que le marcan la esvástica en las piernas. Ante la indignación causada por el atentado decide insertarse en la lucha de forma más intensa y autónoma, poniendo sus ideales por delante de su propia vida.

Estudió en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S) y en 1967 fue a entrenarse en Cuba, allí se casó con un brasileño, el ex-marino José Maria Ferreira de Araújo, con el que tuvo una hija, Ñasaindy Barrett de Araújo. En 1970 su compañero vuelve a Brasil y ese mismo año es entregado a las fuerzas represoras, preso y torturado hasta la muerte. Hoy figura entre los desaparecidos políticos. En 1973 mientras cumplía una misión en Brasil, Soledad también fue entregada junto a cinco militantes más que pertenecían a la VPR (Vanguardia Popular Revolucionaria) por su “pareja” en aquel entonces, el infiltrado de la policía, Cabo Anselmo. La guerrillera estaba embarazada de su verdugo.