de Roxana Grinstein

Esta obra versa sobre el tiempo que transcurre hacia su finitud. En este

recorrido, el cuerpo atraviesa distintos estados de vulnerabilidad. El desafío

será hallar un nuevo fluir sin esfuerzo, como un acto de valentía.

Un cuerpo en el espacio, una luz y el movimiento serán los ingredientes de

este trabajo, donde los senderos de la coreógrafa Roxana Grinstein y la

bailarina Liliana Tocacceli, tras una historia compartida y un largo andar,

vuelven a cruzarse.

Después de una vida de búsquedas y creación, se reencuentran en la

madurez de las décadas, para dar vida a este pequeño y sentido solo

del que el espectador se llevará un sutil perfume impregnado de claroscuros.

“La” (quién quiere entrar) se presenta, a partir del sábado 15 de marzo, los sábados a las 21h, en el Portón de Sánchez.

Estreno para público y prensa: sábado 15 de marzo a las 21h
Funciones en marzo: sábados 15, 22 y 29 de marzo | 21 hs
En abril: sábados 21 h
Lugar: El Portón de Sánchez |
Dirección: Sánchez de Bustamante 1034
Entradas: Entrada libre con contribución voluntaria.
Reservas: a través de la página de El Portón de Sánchez.
http://www.elportondesanchez.com.ar/
Duración: 30 min

Sinopsis

“La”: nota usada como referencia de altura para otras notas.

El tiempo avanza en espiral, donde lo que se repite nunca es idéntico, sino un eco que se transforma con cada giro hacia la finitud.

Como un caleidoscopio, diferentes imágenes especulares sobre un material kinético irán construyendo un presente. Los rayos incidentes del pasado se reflejan con un ángulo tal que generan una explosión de formas y colores, de presente y pasado, para llegar a este hoy construido como un “la”.

Cada gesto es un archivo vivo, una marca en la piel del aire. La memoria emocional y kinética se vive en el presente, explorando nuestros ritmos internos y proyectándose hacia el exterior. Nuestro cuerpo se convierte en un canal de comunicación que juega con el pasado y el presente, creando formas nuevas. Llevamos las huellas de nuestras experiencias pasadas, pero también tenemos la capacidad de crear otra corporalidad.

La vulnerabilidad, vista como un regalo, nos permite establecer conexiones auténticas y significativas con nuestra manera de movernos. Fluir sin esfuerzo es un acto de valentía y generosidad que fortalece nuestra conexión con el ser en el mundo.